El cuentista del Círculo Vicioso
Soy cuentista. Mejor dicho, lo era. De aquellos a quienes el destino parece
seguir con más celo que a otros. El destino es astuto, al menos aquel que ha
hecho del perseguir mi sombra la misión de su existencia, espera siempre el
momento más inapropiado para que su camino coincida con el mío y derramar
el vaso de mi buena suerte. Ya necesito ambas manos para contar los
encontronazos con ese astuto invisible del que os hablo. Escuchad, si no.
Cuando sobrevenía el mal tiempo me encerraba en mi pequeño estudio, una
buhardilla alquilada en la calle Alameda. Me dedicaba a escribir y escribir,
enfebrecido por ataques de imaginación. De nada servían el guardar cama y
tomar antipiréticos de farmacia, cuando estas calenturas llegaban. Solo un
remedio se mostraba eficaz: dejar que la temperatura descendiera por
hombros, brazos y manos hasta pasarse al ordenador que utilizaba. Sabía que
era buen remedio porque cada noche, al acostarme, me encontraba cansado y
menos ardoroso. El ordenador, sin embargo, despedía un calor inusual en él.
A la calle procuraba salir lo menos posible, sólo para hacer alguna compra y
avituallar la nevera. En aquellos metros cúbicos de buhardilla pasaba los
rigores del invierno. No es que no hubiera calefacción, el ático estaba equipado
con radiadores de agua caliente cubriendo, a modo de zócalo, toda la pared
lindante con la calle, el inconveniente es que el agua debía calentarse, y pagar
por ello mensualmente, algo que yo no podía garantizar. Unas buenas mantas
eran suficientes y si el frío se tornaba insoportable, adelantaba la hora de
acostarme. Cuando las mantas y el grueso jersey de lana comenzaban a
incomodar, había llegado el momento del cambio y mi biorritmo se adaptaba a
la nueva estación, aunque estuviera aún por llegar. Era entonces cuando me
echaba a la calle desde la mañana a la noche. Comenzaba el tiempo de narrar
a la gente todo cuanto había escrito durante los meses de frío. Con el buen
tiempo brotaba el cuentista y florecía mi verbo.
(Continuará)
No hay comentarios:
Publicar un comentario